El último hombre de la tierra con una bomba atómica en el culo

Hay un lugar
sagrado,
divino
y eterno
en este mundo.

No se encuentra
en los cielos,
pero es lo más
similar a un paraíso
(en ocasiones lo es).

Seguramente ya sepas
a qué me refiero.

Hablo de aquel lugar
donde nada
ni nadie entra,
donde todo sale
hacia afuera
y permite que las cosas fluyan.

¡Sí, eso es!
¡El baño!

¡La madre que me parió!
Podría dedicarle
diez poemas de amor
a ese increíble sitio.

Creerás que exagero,
¿pero en qué otro lugar
has logrado encontrar esa
excelente paz?

Ya sabes cómo va esto:
Entras,
cierras la puerta,
te sientas en el retrete
y ¡Boom!
Te conviertes en el último
hombre de la tierra
con una bomba atómica en el culo.
Pero eres libre,
solamente estás tú
con tus pensamientos.

Los humanos que planeen
conquistar el mundo,
deberían hacerlo desde el baño.
Hay mucho poder en él.

Allí, he escrito decenas de poemas;
Buenos y malos.
Podría haber estado
en un bello parque,
en un día soleado
acompañado del verde de un árbol,
y aun así no hubiera
logrado escribir nada.

Solamente digo
que si hay un lugar
ordinario en este universo,
que merece ser venerado,
por su estilo y autenticidad,
debe ser el baño.

Por cierto,
¿desde dónde
crees que he escrito
este poema?

Israel Jesús Luna
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