Te imagino

Te imagino ahí sentado
en este octubre violento,
fumando un cigarro sabor menta,
endiosado sin conocimiento,
abriendo puertas de tu mente
que no sabes recorrer solo.
La locura fue nuestra nana
desde bien chiquitos.
Mamá y las flores,
papá y el mar.
La calle, la bicicleta,
los enfados traicioneros.
Un beso de buenas noches
y el sonambulismo.
La mente puede bailar
entre recuerdos
sin ninguna clase
de recorrido lógico.
¿Que si estoy bien?
Estoy viva. Lo cual es mucho.

Eso siempre es mucho.
Invisible suerte existencial.

Pues sí, te imagino
cuestionándolo todo
desde tus ojitos
color miel de romero.
Y con gran probabilidad
el enfado debe ser tu compañero
en estos tiempos de furia.
Porque se acerca
el invierno
y los ciclos se repiten
mientras la puerta se quede abierta.
Obedécete. Obedécete.
Tú y tú mismo, tú y yo.
Cascadas de precipicios
por los que caer
una y otra vez.
Parece un error. Parece el desastre
echo persona.
Pero no.
Pero no.
Yo sé que no.

Te imagino dándote cuenta,
recordando algo más importante
que tu historia humana.
Te imagino algún día
recordándote a ti mismo.