Bendito libre albedrío.

He ido al cielo,
he ido al infierno,
y cuando estuve en el cielo;
ahí…
no estaba Dios,
y cuando estuve en el infierno;
ahí…
no estaba el Diablo.
Recuerdo
que bebí de los mejores vinos,
y comí
de las mejores comidas en el paraíso.
Sufrí…
de mucha sed,
mucha hambre y desolación en el infierno;
pero mi espíritu…
nunca asimiló,
tanta paz en el paraíso,
y tanto sufrimiento en el infierno.
Así que entonces,
comprendí
y decidí;
con el poder del libre albedrío que se me otorgó,
el solo quedarme aquí…
y enmendar mis pecados en vida.