SOL NEGRO

No supo evitar ese amor.
Él, le duplicaba la edad y era casado.
Ella, apenas había pasado los 20 años...
Todos los culpaban y señalaban con el dedo.
La destructora de hogares se había ido con el viejo verde.
Sería su misma cabeza fresca la que no le permitió ver cuánto insumía continuar esa relación prohibitiva?
Realmente no le importó o no alcanzó a prever lo que ese lazo con el hombre, pilar y sostén de una familia con hijos, acarrearía?
Lo cierto es que por sobre viento y marea, se fueron a vivir juntos.
Mientras para ellos comenzaba la luna de miel, para otros, iniciaba un largo y difícil proceso de estar "sin papá".
La esposa se la pasaba día y noche llorando, sin entender cómo su amor de siempre la había cambiado por una mujer mucho más joven, sin miramientos.
Los hijos, soportaban el dolor de la ausencia paterna más el inevitable estado depresivo de una madre menopáusica a la cual se le había conjuntado todo a la vez.
Era sumamente difícil estar en medio del amor paterno y el materno cuando ambos estaban dividiéndolos como si tuvieran la culpa de algo.
"Andáte con tu padre, si no estás conforme"- decía ella.
En cambio el padre, seguía cumpliendo con sus obligaciones y deberes, pero ya no era lo mismo.
Su ausencia se volvía una sombra negra que lo cubría todo...
Los hijos, adolescentes, cargados de todos los desarreglos que esta etapa de la vida conlleva, tenían que mediar para sobrellevar las cosas de alguna manera.
La madre, desolada, llena de rabia y rencor, no podía ver que sus hijos sufrían injustamente el peso de aquel caos que no lograban entender.
La guerra entre ambos progenitores duró muchos años...
Los hijos crecieron en medio de todas esas batallas.
No fue fácil aclarar y despejar los nortes de esas vidas obligadas a crecer deprisa y sin una guía clara y precisa.
La falta del padre se hizo insuperable, mientras que la madre, sumergida en su propio mundo depresivo, no logró comprender cuánta falta hacía en ese hogar una cabeza cuerda y una mano firme que guiara por buen camino a todos.
Marca...Cómo marca el desequilibrio emocional, económico y psicológico a las vidas!
Qué difícil se hace crecer pisando un hogar inestable y quebradizo!
Para todos aquellos padres que eligen su propia felicidad por sobre la estabilidad de sus hijos: piénsenlo muchas veces!
No una, ni dos, ni diez...
Pero piénsenlo con el sentido aquél que los hizo procrear vidas a su cargo.
Seres que no pidieron jamás nada más que sentir el lazo familiar al que tienen derecho.
Los padres tienen la obligación de velar por esa institución sagrada que formaron libremente, y comprender sus obligaciones como tales.
Porque... saben qué?
Los hijos que crecimos envueltos en tantos remolinos y sombras,
ahogados de a ratos en reyertas y enfrentamientos, sufrimos y arrastramos esa carga por el resto de la vida.
No es lindo que tu padre se pasee feliz con una mujer que podría ser su hija, mientras tu madre jamás pudo superar ese golpe que la llevó casi a la locura.
Mi padre era y fue siempre su amor.
Mi madre, jamás volvió a ser la mujer que un día fue.
No la culpo.
No pudo sobrellevar el golpe.
Estaba enferma de pena, de desamor, de rabia, de impotencia,
de no entender nunca porqué una niña se cruzó en nuestras vidas para tirar por el suelo con tantos sueños que jamás pudieron ser.
En mi casa, nunca volvió a brillar el mismo sol.
Para mi padre y su nueva pareja, sonreiría cada mañana?
El sol brilla para todos...
pero qué distinto, a veces!

20/02/2020