SILLAS DE PAJA Y MADERA

La trova ronca cansada
del vendedor de las sillas.
"De todos los portes tengo,
y adornos le pongo patroncito,
usted compre ya, mis sillas".

Eran suaves detalles hecho a mano
y, lijados tersos, como las caricias
de mi madre.
Cada uno con su paja y su porte,
cada uno se sentía importante.
El almuerzo dominguero en el patio,
las maderas eran aves que trinaban.

Se enfermaban con el tiempo,
las artesanas, y mi padre con cañamo
grueso de colores, un tejido mágico
de sus varoniles manos, trenzaba
el remedio y daba alivio
Él, era el titán de nuestra infancia,
así como también el rey de los regaños.

En noches de invierno, esperando el canto
de la carreta de un caballo, "mote mei,
calientito, el mote mei".
Frente al hogar sentados, ordenados
en un pocillo y entre suspiros...
Las bolas de maiz aún tibias y con limón,
devorabamos.

Victoria Liberona Alvear.