LAS HILACHAS

Las ramas mudas indiferentes
secas filosas, arrancaron pedazos del vestido.
La hallaron casi desnuda con la esencia del odio,
pintado en su rostro.

Raída, ultrajada con su matriz herida
sin un beso a recordar ese lance.
¡Qué por ley divina! debería ser lo más hermoso
de la vida, y que se sonroje cada vez que le provoca.

Jamás volvió a ser, a tener, a soñar,
con su carita de niña sabe lo de una mujer,
pues ni la claridad de la luna impidió
la tortura de ese paso que obligada dio .

Columbro en sus ojos de niña
la maldad del trasgo que de un tris
le hurto la vida a una pequeña
y desquicio a la futura mujer.

Victoria Liberona Alvear.