No existe el Pueblo, solo existe la Humanidad

poema de Alguien más

Si me dicen que la propiedad de la tierra comunal y solidaria fue reemplazada por la propiedad privada con salarios mal pagados y el despojo total sobre la tierra, claro que es una injusticia, una maldad, un horror. Lo que no dicen, y es lo que me pregunto yo, ¿la ambición, la mezquindad, el egoísmo y la envidia son producto de vivir en un estado de propiedad privada o son el resultado de la íntima pasión, naturaleza o voluntad humana? ¿No vivían los pueblos originarios de estas tierras en guerras con sus vecinos o tenían una convivencia en paz, lejos de las frustraciones y de las miserias?
La propia desdicha del presente es la que reivindica la lucha y ningún sistema ha logrado erradicar este efecto. Sin importar que sistema se imponga, porque para este caso, imponer es la única alternativa y este es el principio de la siguiente desdicha del futuro presente.

¿Es el odio el efecto acumulado de las injusticias sociales? Si bien el odio no puede ser comparado con los avances tecnológicos ni con los conocimientos científicos, sigue siendo el único medio para justificar la violencia y la crueldad. Justificar el odio con las injusticias es la mayor de las atrocidades, porque se convierte en el combustible de la guerra. Hacer “que lo ilegal se vuelva legal”, si bien, es un enunciado benefactor de los marginados y desposeídos del mundo, no advierten sobre los medios que se deben utilizar para tal cometido. De una vez por todas es necesario desestimar lo legal y lo ilegal, porque este juego de frases intermedias no habla del profundo valor que tiene la vida humana, la conciencia de nuestras mentes y las posibilidades de encontrar en la existencia el mayor de los regalos del Universo. No es necesario inducir ni someter a través de la educación el valor de las cosas y de la vida, es suficiente con dejar que el corazón de cada persona, por sí mismo, descubra en la naturaleza, en el universo y en la propia conciencia de la conciencia el regalo otorgado a los seres humanos. Si piensan que mi relato es una utopía bien intencionada o un discurso hipócrita que suena bien, pero, que no tiene ningún sentido dentro de la realidad, pues bien, la realidad que vivimos está hecha de las voluntades de cada ser humano, sea su voluntad la determina quien quiere ser y cuanto está dispuesto a sacrificar. Creer que la voluntad de cada uno de nosotros solo sirva para adaptarse a una realidad hecha por sí misma, como si tuviese un cuerpo propio, es mucho más necedad que incentivar a descubrir lo maravilloso que podemos llegar a ser cada uno de nosotros. No existen las sociedades, sino, millones de personas, como tampoco existe el pueblo, sino, existe cada uno de nosotros.
Una cosa es manifestarse frente al mal y otra, muy diferente, es exigir el bien. Puesto que exigir el bien necesita de toda nuestra voluntad y no una parte pequeña de esta, en donde, las responsabilidades y la soluciones se las exigimos o delegamos a otros. (Al movimiento social).

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