Manzanita
poema de Vasito
Tierna manzanita arde
despidiendo dulce olor
como dorado fulgor
en la quietud de una tarde.
Dicho postre es en honor
del infante de la casa
quien adicto a la melaza
se relame ya el sabor.
Armado con amplia taza
se dirige hacia la estufa
mientras entre hervores bufa
la cacerola en su brasa.
Lento el tiempo siempre pasa
cuando se trata de antojos
y sin importarle enojos
ataca el manjar valiente
vaciándose tristemente
el caldo ardiente en los ojos.
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