Uy que miedo

Huir de todas las pelirrojas,
de las morenas y las rubias.
¡Huir de todas ellas corriendo!
No importa su color ni su edad.

Que a mí el cura me dijo de chaval,
que las mujeres se vuelven rojizas
con las grandes llamas del infierno,
porque todas ellas son muy malas,
y una por una se van a condenar.

Y ay, pobrecito y miserable de mí,
que siempre me gustaron tostaditas,
a la media vuelta, o al natural.

Pobrecito de mí que a mis años,
sin propósito de enmienda y recaídas,
ya jamás me podría echar atrás.

Y que estaré con botero seguro,
porque al calor del fuego y rojizas
de rechupete tienen que estar.