Queja de la furia del Hombre

¡Hombre!
Desgarradoramente te han descrito
como un ángel cargado de cadenas
por un dios sordo y cruel
que apaga tu sed con sal,
y te saca los ojos en vivo
si los abres en su presencia.

Desesperanzadamente dijeron de ti,
que eres un muerto furioso
que creas la eternidad
apuntalando ruinas
buscando un no sé qué,
que siempre luce en tus ojos;
y que vivo y mortal
unges tu piel con llagas sangrientas.

¡Hombre!
No sabes que eres la rosa divina,
la rosa de los vientos
que nos llevan de acá para allá
con las melodías alegres
y lamentos donde te ubicas.

Por eso la desolación y el vértigo;
recuerdos que te mueven como un vaivén,
o descubren un defecto pequeño y leve,
como una sombra sin un porqué
y te ahogas helado en tus lágrimas
que tienen sal.

¡Hombre!
Que estarías en paz
si no miraras tanto para tus adentros
y vieras fuera los resquicios de ti mismo,
claridades de luces blancas entre dos aguas.

Que ganarías la paz
si alguna vez a ti te escucharas
sin tapar tu voz con los lamentos,
tu voz sonora.

Cómo vendría la paz si comprendieras sin legañas
de esta carne mortal,
que se corrompe, tu ser divino.

Comprende que son dos las caras
de esta moneda de carne.
Las experiencias tristes de un lado,
mas en la otra, tu faz divina. La faz del padre.

Comentarios & Opiniones

Silvia

Ojalá algún día y lo deseo que podamos contagiar y ser verdaderos y en paz de dentro y fuera de nosotros mismos, felicitaciones poeta y beso.

Critica: