Patero

Sol importuno nació de pie.
Fue su nacimiento una herida
para su piel;
su pueblo y su familia.

Monumento para el hambre.

Con el puño en la boca
royéndose bien las salivas
logró entretener el tormento
de reventar las ansias.

Solo tubo un pellejo
para poder amamantarse.

De materiales de la mugre,
y desechos de la mosca
formó su carne,
su piel sus huesos,
sus ganas de vivirse.

Templó sus armas,
en la ira.
La necesidad fue la roca
para afincarse,
todo él ojos enormes
para escrutar salidas.

Afinado en persistirse
elecciones breves,
pocas cosas para asirse,
un ansia donde agarrarse,
solo vió que tenía que irse.

El Eldorado fue su mira.
El hambre nunca espera.
Por fin levantó la vista
embarcándose en la patera.