Mi ángel guardián

Estaba de pequeño convencido
que a mí mi ángel guardián me cuidaba;
más de una noche al mío le rezaba
para mostrar que estaba agradecido.

A los trece le oí algún ronquido,
que algunos ratos ya no me miraba.
Que yo a él para nada le importaba,
al ser mayor ya estaba persuadido.

Pasaron años; vi que era yo mismo
el que a veces andaba descuidado.
Despierto pocas veces asimismo.

Hoy veo que el que no anda a su cuidado
guardián seguro es de su idiotismo,
negligente holgazán o despistado.