Implosión

Tras el laberinto inestable
de tu mohíno desdén,
con la implosión de abrazos
rompió tu sonrisa amable
las verjas que prohibían
la entrada del edén.

Manás que en tus labios
como dones florecieron
trocándose los frutos
en hambres de comer.

Y con el agua de tu cántaro
deliciosa y fresca,
saciaste toda mi sed.