Desesperanzados

Un día más embarcados en el alba
por el proceloso y obscuro mar
de otro dia sin alma ni dueño,

se intercambian caricias en migajas
con desaires descuidados a la sal,
como esos payasos de los cuentos.

Solo sueñan con la nave del ocaso
para saber que les dejan regresar,
como si fuera ya su punto final.

Pero la noria seguirá girando,
y uno a uno del canjilón se caerán
porque en su vida de desesperanza
ya nunca se esperan nada más.