Sin lugar a dudas

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Sin lugar a dudas

De no haber existido el insomnio y la duda, hoy sería un poquito más roca, menos viento y tendría algo más de cordura, al menos de esa engañosa. Pero al consolarme en el umbral de la incertidumbre con bocanadas de aire de todas partes, incluso de las que vienen futuras o las que vuelven de antes, reconozco que el mundo se me hace más largo, pero a la vez, también más rico y cercano. Porque si no hubiera ido un poco más allá de mí a buscarme en otros mundos (qué sé yo: acercarme al tuyo y descubrirme ahí dentro, alienado de mí, pero al fin, en ti completo), entonces no podría haber logrado encender una vela en mitad del bosque de tus entrañas, (donde he visto que a veces te guardas) y escuchado en silencio el cantar de tu alma; y al regresar, sentir mi alma a la tuya cercana. De haberme quedado aquí dentro soportando el peso de mi estructura hoy sería un hermoso castillo y tú una visita del extranjero que viene a verme por ello; y poco más yo sería. Y aunque fuera el más grande y poderoso no me hallaría más que ahí, preso de mi ornamento, extinguiendo futuro. En cambio, he salido y me olvido de mí; es por esa razón que me veo en una ola atravesando el océano, cadencioso y sereno, o en un rayo, estremecido y fugaz, o en la boca de un lobo alunizado en su aullido. Y aunque siempre regrese para descansar nunca soy dos veces igual; por ejemplo, hoy que he estado contigo en mitad de tu bosque escuchando a tu alma cantar, sin hacer mucho ruido me acerqué al precipicio. Al principio no quería saltar, pero al ver que en tu espalda mi pecho se anida, así como el águila a su primera excursión se encamina, me lancé convencido de que iba a volar; y volé por tus valles perdido en quimeras. Y al entrar por la puerta me sorprendo a mí mismo más alto y capaz, ¿estoy dos veces vivo? Y si no tuviera estas manos que se empeñan en explorar más allá del tacto, no hubiera atravesado tu piel y sentido la humedad de tus tierras, su fertilidad y el aroma que emana de ellas y evoca mi hogar: esencia de estrellas. El final de mi mundo ya no es aquí. Ahora que recorro otros mundos el mundo está lleno de mundos y en todos me pierdo siendo parte de ellos. Por ejemplo, hoy, que me miras mientras estoy escribiendo y no sé si me miras a mí o te miras a ti entre mis dedos. De no haber salido de mí, tú serías una visita del extranjero, alguien que admira los cuadros en mis paredes, los contornos de la muralla, la verja del jardín. En cambio, salí y me perdí por la senda de tus entrañas, hundí las manos y se hicieron raíz floreciendo un jardín con petunias moradas… El aroma que emana de ellas evoca un hogar, un lugar sin lugar a dudas, un “star” sin más: esencia de estrellas.

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