"Nos queda el verso, ¡carajo!" (Para Pavese, Dalton, Lorca y Bukowski)

Y para el que sobrevive con el alma hecha jirones, pero escribe.

En esta tierra donde el polvo no se barre
y los muertos tienen nombre de avenida, miro el espejo y me devuelvo:
Sin patria, sin cuerpo, sin fe...
Pero aún con tinta.

Pavese me dicta al oído:
"No se vuelve del dolor, solo se aprende a cargarlo"
Y cargo.
Y callo.
Y escribo.

Roque se ríe desde un café clandestino,
con olor a pólvora y pan recién horneado,
me lanza un verso en llamas:
"Malditos los que no cantan en tiempos de furia."
Entonces canto, ¡carajo! Aunque sea bajito.

Federico me susurra entre granadas y guitarras:
"El duende es lo que te sangra cuando amás lo que te mata."
Y amé.
Y me mató.
Pero igual, le escribí un poema.

Y desde la barra rota del universo, Bukowski escupe su sentencia:
"Este mundo apesta, pero igual hay que levantarse a mear y escribir."

Así que escribo,
aunque me duela,
aunque me deje solo,
aunque nadie me entienda.

Porque en esta calle sin nombre,
donde hasta el amor parece una emboscada,
me queda la palabra.

Y eso, mis muertos queridos,
es más de lo que muchos tienen.

-Sin Rostro-