DE FRENTE, EL MAR; AL FONDO, TUS OJOS

Podría ser hoy un día común, quizás un tanto corriente, pero no.
Razones son muchas, las justificaciones que sobran.
Había jurado no volver a nombrarte entre mis ridículos versos ["de amor"].
Me había hecho el firme propósito de no recordar tu nombre, o esa mirada tan tierna con la que solías contemplarme.
Y heme aquí, cual juguete al que le dan cuerda: sigo escribiendo (te), sigo deseando volver a verte.
No te asustes, que esto es más bien para no perder la bonita costumbre de recordar nuestros más bellos momentos.
Culpa tiene la melancolía, que siempre viene a hacerme compañía en momentos como este.
Ya le he dicho que se vaya, pero no entiende razones, y su terquedad es infinita.
Será el viento impertinente, quien se encargue de llevarse mis palabras.
Amanecerá nuevamente, y la corriente de mis ojos dejará de fluir.
Seguro para entonces mi pluma y mi mano se habrán cansado de clamarte.
Entérate, si decidieres volver, estoy aquí, en el lugar de siempre: de frente, el mar: al fondo tus ojos.