Nada

poema de La Marginada

Allí estaba ella, rendida sobre las sábanas blancas, iluminada por la suave luz amarilla de la pequeña habitación. Su respiración era tan débil que identificar si aún permanecía viva, era prácticamente imposible.
"¿en verdad todo eso provocó mi escrito?" - repetía las palabras del hombre amargado mientras miraba de reojo el cuaderno que previamente había tirado al suelo.
¡Qué barbaridad! ¿Lo habrá dicho con verdadera ingenuidad?
Autor intelectual de la catástrofe que está por comenzar.
Tiró de sus cortos y muy oscuros cabellos antes de levantarse de la cama y dirigirse hacia el cuaderno del suelo.
Había encontrado el sentir que buscaba; no sobre el cuaderno, sobre las letras en él.
Rompió sus hojas ferozmente y sin piedad alguna, sabiendo que en unos instantes volverá a reunir los trozos para leer, sentir y volver a morir