Navidad, en visperas

poema de San Brendano

Se escucha la visión de los astros aéreos supervisar la escolania de santos y reyes.
Un flujo universal, pacto simbólico del crepúsculo gótico y la junta autocrata del óbito lemurico, asmatico polen del sol, cuando posa su rayo ultravioleta, los cinco sacerdotes patriarcales, gobiernan con su túnica ceremonial, la posada del niño- Hombre. Ah, de crecer, crecerá. Se hará oír por los truhanes, los grimorios plantaran en su «per cápita» otra mística bóveda celestial.
Dormitando, Jesús-bar- José, habla con los ángeles. Gabriel, hallana la vereda, siembra plantines de mirra y hierbas mortiferas. Ahí, Herodes el grande, claudica en su improperio. Hasta la virgen madre, oye a su esposo, ¡pobrecita! Tiene miedo de todo. La caminata de los Saduceos, es larga. Una estrella brilló en medio de la constelación. Los jóvenes saludan a los padres. Cohabitando en la telúrica, los hijos, cantan a los místicos y sin otra cosa qué el amor, ropas holgadas, frutas silvestres y menjunge de los árboles pirineos, verde, amarillo, rojo y nada más, los esbeltos trozos de «sanctorum» bailan bajo el calor de la misa diaria del pensamiento iluminado. Ya amanecera...