A Lucy

poema de San Brendano

En la emperingada colina
El zumbido monstruoso
Sonó cómo el silbido malvado
Mientras la delgada figura congraciada, misteriosa y ebola
Agonía silenciosa del canto mascullante que trona mis vertebras
Raíz a raíz,
El cuervo delator, insólita química que obsequio la oscura fibra serpenteante del insomnio y el descanzo, con ellos, los fantasmas espirituales, la sombra orgullosa de Eulalia.
Oh, bosque simpático , Flor represiva , al timbrear la octava campanada, en su tumba transcripta por jeroglificos incalculables de aquella vulgata qué tradujo San Jerónimo, hongo venenoso y materia inorganica .
Infante , la misma virgen vislumbrada por el lente de las mazmorras negruzcas , anemicas y dementes , el repiqueteo infernal, los diabolos absorbiendo la sangre fosforecente al igual que Heosforo , absoluta infamia del pájaro crisantemo.
Ah , murió tu voz y recogí el cadáver al ingresar al panteón y contigo, recite la letania, cien cuencas a Lucifer, para la noble dama qué susurra en los pantanos del medano: Lucy lee...