A Judas...(Discipulo)

Notas y musas del más allá, lleguen a mis manos y corrijanmen si estoy equivocada.

Oh Febo, Gran nupsico, y estrella del Peloponeso, estira tus nervios macizos y apretujame contra tu ardor.
Lámina de precinto dorado, llamé al señor de los Ninivitas y flote en mi, la canción de los onomásticos.
Roncalia de seda, matrona de los auscultativos, amarillo porte gallardo de los Gnosticos: obren en mi alfaguara y destruyan al místico, el Hipolito, otro potro que morirá después del nacimiento.

Enorme; hombre de Galia, físico escultor de las estrellas y el orfeón dorado dónde moran los investidos astrologícos del meridiano de Greenwich y la línea sagital que transporta la atmósfera de los Liliputienses.
¡Grafito! ¡pecho abundante de lirios rosas y espinas somormujas que hincan en mi palma la insignia Griega del:« invictus domine»
Uvas negras ordeando las colosales mamposterias de los centabricos golficos que masturban la sigla del Omega y el potus del Alfa, hasta las anchisimas llagas del océano pacifico, viles portadores de simultaneidades Afroamericanas, cerafico trono de quimeras y mundos.

¡Judas! ¡ prolactador ambivalente! ¡ oráculo de susurros! ¡paraíso invernal dónde mueren las naciones prohibidas! ¡amalecita combatiente! ¡ fulgor espeso de mis ojos!

Sí lograra cultivar en mis dermis semejantes plegarias. En tus nimias piernas ornamentarme con tus colocaturas de servil, y en tus pillajes, correr hacía la verde natura.

«¡No sería nuestra madre la real y única; Marena!»