Enfermera

poema de San Brendano

A la Enfermera

—Cuál ovillo de lana, secaste con toallas antisépticas, las lavatinas de los salitres sangrientos. —
Ante la soledad penumbrante del equinoccio nupcial, secrecionaste los mocos con los pañuelos humedos, limpiaste los cuencos de los ancianos y mojaste tus uñas de reina en los miembros desnudos del paciente sin piernas. Al qué tenia Sida, lo ungiste con remedios y tomaste su tensión arterial, calmaste a sus padres, ayudaste a hacer su cama, oíste a tus compañeros, reír. Al enfermo de Fiebre amarilla, lo acompañaste mientras sollozaba, al epiléptico, lo ayudaste entre sus convulsiones, al niño con broncoespasmo, mediste su temperatura, a la mujer embarazada, ayudaste a llenar sus formularios. Cuajarones de azur cielo, como lunulas de espanto. Ante la menstruación de una parturienta, limpiaste con las sabanas, su sangre. Contemplaste al vejete, cantar a la nada. A la niña jovencita, con su madre anciana, besarla en los cabellos encanecidos. A la mujer con una vía intravenosa, mediste su suero, y ante, la crítica de tu profesora, tú, estudiaste día y noche, sin que ella lo supiera. Con los más pequeños, aprendiste a cambiar fisiológicos, supiste la medicación de los hipoglucemicos. Afrontaste la escala de Glasgow, mediste la vena transversa del cuello y temblaste ante el corazón y la vena aorta. Viste a un hombre morir. Oíste a otro, cuando lo hizo, era un indigente y había recibido su ultimo baño, nunca supe su nombre. Bebiste el cafe de la sala. Viste al joven, deprimido en el sillón de la enfermeria, te enfrentaste a médicos y ahuyaste los miedos, tú, gran luz, entre todas, ¿quien puede vencerte? Ya conoces el terror, has visto la sangre, sabes lo que es sufrir y volverás a intentarlo, para salvar más vidas. Liberar el dolor. Convertirlo en amor. Tú, enfermera, gran pasión y mártir, virgen santa preñada de Sol. Salva al humano antes de que se destruya, con tus manos, tus besos, tu luz, vigor de fortaleza...—Oh, sion, —¿Puede un hombre aprender de ti, Ninfa? — «Los más pequeños sabrán algún dia que salvaste a una nación» ...—¿Te reconoceran los villanos? — ¡Tendrán en cuenta a la gran Oninfa, naciendo de la belladona de una flor Silvestre! Pues, Luz, eres y siempre serás... ¿Para qué otro camino has nacido? Si no es para brillar, Brisa del Sur, ¡Oh, masa de Amor!

Comentarios & Opiniones

Silvia

Que maravilla,y ellas también se lo merecen gracias silvestre!

Critica: