Dedicado a un tonto/a que no piensa en los demás.

Querubín, lindo querubín. Me embelezo al mirar una de tus oraciones pulcramente inyectadas en una poética rima.
Suelo glorificar las ilustradas enciclopedias que con pertinente ahínco socavas para eximir una lozana alegría.
Me pierdo entre las frases y goteo un sollozo que lustra un epitafio. Conozco las maravillas que artilugian tus personajes y anhelo trastornar el universo como las ruines almas.

Es sencillo, iluminar una estrella y destrozar sus filamentos, enredar las sinfonías, esperar una quimérica carcajada. Las variables locuras entre los noctámbulos quehaceres y una multitud de espectros que añoran desmenuzarse ante ti.

Ya, el telón bajo, el orgullo perdió sus luminiscencias y aun, invistiendo tu cetro de mercurianas ascendencias, no eres capaz de contestar una sola palabra cuando te busco entre mis sueños pérfidos e inocentes.