Cóndor Filuminal

poema de San Brendano

Árbol

En mi existencia, más lejos del meridiano celestial, entre el conexo y la válvula universal , en la estratosfera, un celibe «Cariotido » hijo natural del dios Zeus , habita en la inmensa potestad de Hera , mi algarabia .
Morfeo, súbito onminisciente , caballero platino, estrella menguante en Gamenide, secuestro oval , urbano pastor de las termopilas. Los becerros humectan su lengua, fomento enmielado responsable arquitecto en tres anillos, consigo , el fuego , el poder encadenado sobresale y la gruta oscura, imán terrenal de espacios y eslabones. Así, luna y su brebaje , lácto, ubre en ella, quince universos gobiernan un cosmos masmoterico. El esoterismo palia su raíz en la verbena del follaje marrón, animales enjutos, colibries orgullosos, al instante, el pájaro cosquillea un milímetro, orugas fantásticas, cielo respetable, alma gravitacional. En su tronco se expande las manzanas fértiles qué nos alimentan y en su ojo, un hogar, el tiempo de los ancianos empieza .La señal honró al hombre
El sacramento colmado por la belleza del oscuro y celibe monje, transformado su corazón con la fina estepa de la hierba voluminosa, el siglo del eclipse y la montaña azul, tibio resplandor en sinfónica vibración,singular a cuartillas, libros geólogicos, mineral, alquimia y física cuántica tras la sangre qué brota del cuadro de una hermosa «Leonore».
Latín, en los místicos oleajes de la infraestructura orona, el silencio de Climenestra atestiguo la masacre de los débiles e infantes.
La sabia Minerva, busto de palas terminado en grafito. El primer beduino se ornamento tras la cristalica imágen, el sabueso del zorro, la oruga y los caminantes Israfaeles, tugurio infortunado, rueda espectacular del tarot, marsella, carta enfundada en siete triángulos rojos, alazanes y magníficos corceles blancos, hechiceria megalomana.
El «poeta» rubrico, secreta con su pluma, la identidad del monarca sonico, la cabala llama al origen; el centinela descubre al hijo de la prevención, el postrero invencible adicciona su última melancolia. Sobre la mesa de escritura se transcribe cada leyenda; Emily, Helen, Virginia, todas ellas, a «sis» la recuerda más qué a nadie. Absenta, el gregorio del calendario clama al inicio y con él, las puertas oscuras, Leviatan, Belzebú, Astaroth, su impudica frase agrega al sordo mazo del cañón. En las fosas universales se escuchan cada grandioso pundonor. El testigo macro y romántico invoca a Eulalia, para su desgana total. Los rabicundos focos del amor, aniquilan al somnoliente rasgo y Poe lo reescribe, la maldición ha herido y ha cicatrizado la prenatal fantasía, consigo, el oráculo, la sombra de la inmortalidad qué traerá la aureola sobre cada ser de los universos futuros, serán bendecidos con la triste magia de sus ojos grises, recitando quiromancia...
Un escapulario antiquísimo, vidente, orgulloso, el libro negro del concilio, traspasado, insomne,en medio se levanta, la igualitaria cifra maldivia, el xenofón crismo en su espaldar la auténtica base, consigo, la calavera mortuoria, las cruces puestas alrededor del obituario. Máscara, después del telón se conducen libres las almas purgantes, en delirios psicóticos, trahumados los responsables del vademecum, quisquilloso, nacido bajo el signo de Cancer,la medianoche tocó su línea percal. «Anaxagoras» resuena explicativo en la oratoria fecunda. Sol, hijos nativos del.vientre, sismologia verbenal, acucia del general, Ah, romboide tracón, ojos hechiceros, ebano mediangular, estaré en su plamide. Citoesquematico, la tenue reaparición del cadáver, casi eterno, los hilos del destino son errabundos, especie Goreana, nativo conciudadano, árbol y más, por siglos enteros, animal decolorado, guerreros, carpinteros, obreros, sinfonistas, pianista, científicos, ¡Maravillas!
Reproducete, vida, qué con tu exilio sobresalgan llamas incandescentes, hasta el arpa milagrosa por siempre.
«Los súbditos testamentarios aconglomeran la infancia del siglo»
Sermones bíblicos, cómo hologramas. La página cuneiforme rechaza el mezquino «Alakasan» Con ellos, el matemático prueba sus teorías. El sigmoide aprende metáforas. Heliocentrismo, Parmenide, la pirámide cuadrada, el monumento a las siete maravillas, las cascadas misioneras, la caída libre del globo aerostatico, simil cometa. Los descubrimientos arqueológicos en Pakistán. El poniente barroco en la pintura neo- clasicista. Los confusos percates, axioma, músculo radial, vertebra elevada, casi igual. Oro, más consigo, la plata, el metaloide, carbuncle, rubi, turmalina. La séptima sonata en lo alto de la iglesia. No es del estilo gótico, Matusalén saca dos copas y bebé por la salud algebraica. Copernico titula a su magnífica obra: La tierra gira alrededor del sol. Augusto y Flavio Aesio, aniquilan a Aníbal y con él, semejante imperio se derrumba. Yo pienso estas cosas, sola, desmayada sobre una cama vegetal; cosmos, órbitas, eclipses y demás mundos vienen a mí.
La música mueve mis dedos y esgrimo la penúltima vocal...Dolor, sanscrito, arquidiócesis, ajedrez, Alejandro Magno, Aristóteles, Tales de Mileto, Juan de Zebedeo y diversos poetas místicos me visitan cada noche, en silencio, oigo.Un derrame sanguíneo
Para dos velas incendiadas, el pórtico junto a la casa del nosocomio, hospital, la sala de neonatologia, abierta. Mucho más, el vientre, anemia paraplejica, afán de muertos, cigoto fecundado tras la cara lunar de trece fases exponenciales. El árbol mayor fue talado. El ovario mezclado con flujo y calidez, fertilizado. La telilla rubicunda, el granito rojo y naranja, usado para domesticar su linaje. Una fría e impudica, connota; abrigará. Indígena con su melena mermella, sin bucles en su mechon pizmiento, la esbelta circunferencia de su tez, colmada metastasis, orgánica y genital, brazo del alcalino apomixis. Es puber, alcanzó la cifra máxima, anatomicamente, su semblante solemne, debitado, las células, el atabar rompió el ligamento. Flota, en agua líquida, su semilla, morgana, Católica, sin recurso ni concavidad. Las enseñanzas son las maestrias, el hechizo del agorero, el joven vital de diecinueve tantos, ambos, tutelaran su respuesta, la negra y holgada Eulalia, las ha de recoger, sin manchas ni esputos, fallecidas, sin tributos, marchas imperiales ni orgullo verdadero, hambrientas, volcadas a la escalera celestial, «Enfermas de locura y fiebre, y un sollozo de ellas detrás».
Las olas sonoras, desgastan una cúspide escarlata,
vituperan en lumpalidos universos sus reales orígenes.
Se entremezclan comprometidas con Plagides y Naiades,
el arrecife que agoniza al señalar un mundo compungido en una meseta desconocida.

Allí, concibe sus inicios, una hegemónica Patybra,
con sus pletos de orozuz, encrudece el polvoriento cinturón de estrellas.
Lacia, como cadáver, recita una parábola entre sus anaqueles,
lujuriosa, lantanida, desfallece en aquél remolino de espíritus.

Su incontenible lamento que maldice un aroma,
la dama cristalizada, habitante de un océano, señil en las más recónditas estructuras, quebrantadas en cada sinfonía.

Donde, acallaron sus plegarias de infantiles retoños,
compusieron entre las líneas de un sanguinario violín, una cuartilla oxidada.

Y por siempre, Patybra, aguarda estabilizar sus afluentes cuando los bellos tintes poseen sus labios.
Y eternamente, Patybra, contempla el ónice crepúsculo tapar en las nocturnas galas el deseo, puro y gentil de recobrar sus anhelos.Exagesis, germanio, descollo de la cima omnipotente y suavemente, triglicérido en la mente del qué reescribió el latín,
Entre la ofelia gratinada de la paz, robó la eléctrica umbela del prisno cervatillo.
En su cadera asirenada, fascinante talento del científico a oscuras.
Deletreo hermoso qué sana la fiebre de las serpientes y la obdecada sinfónica causada por su vibrato de malignidad.
Ausente ángel ha intentado vagamente elevarla a los castillos de la sinestesia.
pupo lleno de repeluz la ha transformado en una hija de Nereo, así la escafandra en su sostén la ama cómo San Agustín honro a los animales.
Sin risas ni llantos evaporados en sus curtiembres viciosas.
Anabolica entre los esperanzados, pero ídolo qué se vitaliza en una hoguera.
El fénix supremo al final del escarnio.Dónde la nieve con rastros de tiniebla hierva otra especulante función de acrobatas y saltimbanquis, piedra venenosa de oscurantismo enchapadas en aquél rubi místico, alhajas incrustadas en el palmar metacarpiano de huesos y calaveras dragmaticas, presagios alquimicos; satanismo unicelular al igual qué los hechizos de muchísimos brujos con su martillo olmeca, caras endiabladas y árboles qué se extienden más allá para morir sobre esencias aceitosas y sagrarios blancos iluminados sobre ojos carroñeros.

Empaladas orbes henchidas por su amplio velamen en océanos profundos y cuerpos anatomicos ruberecentes por morfologías apocalipticas.

Fuego y antrax cómo la hilivinizacion asemejada al germen proctonico, lagunas en estanques plateados y cobrizas melenas hacía el mundo excelentísimo.

El agóra adormece en satines sedas al querubin moreno para bendecirlo con la existencia paradisiaca de habitantes superrelativos.
Y la estación de la vida ostenta la premonicion maldita.