EL JOVEN Y EL BARMAN

BARMAN: Joven, no llore por mujeres si su corazón es de oro. Hay tanto que olvidar y tanto que no conoces, es una sola vida y no hay mejor placer que vivirla con euforia.

El JOVEN: Con todo respeto que usted se merece señor, pero yo no lloro por mujeres. Seria descortés derramar mis lágrimas por amor, tengo dignidad y más que dignidad tengo orgullo.

BARMAN: Las lágrimas de un ser vivo solo significan dos cosas; tristeza y felicidad. Sea lo que sea por lo que usted este llorando, recuerde siempre que vale mucho y que aunque el mundo sea burdo y absurdo siempre hay algo sublime para contemplar y festejar, no sea usted un maleducado y reciba me un trago, de esos tragos que endulzan el alma y que adormecen el dolor.

EL JOVEN: Es usted muy cordial señor, y aunque su sermón es sincero y muy reflexivo le agradezco. Yo no lloro cuando estoy feliz, tampoco cuando estoy triste.

BARMAN: Joven, no comprendo su dolor y me es complicado ayudarle, sin embargo lo acompaño en su infortunio si usted me lo permite, aunque me gustaría saber porque llora.

EL JOVEN: La vida es tan miserable, tan vil con el ser. Yo no decidí nacer y aun así debí apagar mi luz para encender otras. ¿Cómo es que Dios no se fijó en eso y porque lo tomo a la ligera? Ya no me interesa saber nada, creí que ser el más listo me haría grande y que si hallaba la respuesta sería capaz de ayudar al mundo y controlar el caos que habita en él, no es así como funciona esta mierda. Mis ojos estaban más abiertos que nunca y nadie podía detenerme, se sentía bien acoplarse con el entorno y hacer de mi entorno mi criterio y así con eso dar a conocer una perspectiva diferente y enseñar las oportunidades que hay a través de nuestras pupilas, eso no funciona así. Mi familia creía que yo tomaría el lugar de ellos como padre y esposo pero ¿qué hay de lo que yo quiero? Yo no me quería conformar con una vida sistemática, quería volar en el cielo del saber y de alguna manera salir adelante y ayudar a mis padres, sentí que toque la cima; solo era un par de quimeras que me llenaron de efímera y mediocre felicidad. Nunca me preocupe por amor porque mi religión me enseño que hay un Dios que está lleno de eso, y además me dijeron que era omnipotente, ¿para que amor si lo tengo siempre a mi lado?, sería perfecto pensar así pero crecí; me estrelle al ver que mi corazón latía intensamente por otro ser, y que ese ser daba significado a mi existencia, me era imprescindible acomodar mi inspiración entre sus labios, estaba tan ciego que en un suspiro lleno de vacíos sentimientos me abofeteo con indiferencia suavemente, dolió tan profundamente pero aprendí y eso me hizo más soberbio. Llene mis noches de literatura y de filosofía, de la mano con Bukowski y Marx. Nunca viví, siempre estuve sobreviviendo, nunca creí que vivir en soledad me alejaría tanto de mí, ya no era un niño, en realidad no sabía quién era. Aunque sabía por dónde caminar y por donde no caminar, no era nadie, no sentía placer, no sentía amor, estaba tan hueco, pasaba mis días entre colillas y botellas. Tenía largas charlas con Morfeo, solía discutir con Afrodita, encontré gran atracción por Eris y encontré paz en los brazos de Tanatos…
BARMAN: Es muy interesante su dolor joven, pero estoy confundido, ¿cómo es que sufres por esas cosas? Deberías ir a un psicólogo.

EL JOVEN: No puedo, ya condene mi alma…

BARMAN: Me puedes decir tu nombre…

El joven nunca hablo y el barman siempre estuvo solo.