Desvío

poema de Santa

Andaba yo cabalgando
el bosque húmedo de
su pelo de tierra.
El cielo gemía
ojos gitanos de colores caprichosos
blancos,
negros y
canela.
Pero me fuí a caminar
el desierto de tu vientre,
casi olvidado.
Perdido, recordé el amor.
Es decir,
un espejo de palabras quemadas
barcos (de caramelo) naufragados.
En la playa desnuda,
tus pechos escupían
pájaros ciegos y
mis manos
eran
flores muertas.
Aromas de un río
final.