Cristales de tiempo

Entre temblores de la memoria es difícil navegar, pasando por aquellas enormes columnas hechas del miedo más sólido.
Y qué imposible parece el mirar más allá de un sentimiento estático, de una sensación que paraliza el espíritu.
Viviendo en cristales de tiempo sin que nada pueda reanimar la dicha de lo que fue la vida alguna vez.
Y me pregunto en cada ocasión que la oscuridad se ve espantada por la realidad, ¿qué es eso que hace tiempo se marchó de mí y aún hoy sigo esperando?

¿Qué es si no la virtud del reencuentro con el alma?
La satisfacción de inmolar un recuerdo a la nada.
El hastío de volver a vivirlo.

El dulce manto de la ignorancia.
La vívida sensación de una casi infantil despreocupación.
El perdón de quien a causa del miedo y la confusión tomó el oficio de ser el verdugo de sí mismo.

Y es tan irresistible aquel deseo de libertad.
Y es tan confortable el olor de la esperanza.
Y es tan apacible cómo la brisa del amor entra por mi piel.

Sin embargo, yo sigo aquí entre cristales teñidos de dolor, esperando a que un día regrese a mí lo que alguna vez fui.
Esperando a que regreses a mí.

AR