INFAME DISTANCIA.

INFAME DISTANCIA
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A ciegas, irresistiblemente
he sido guiado por nuestro amor.
Ese amor que me guía siguiendo tus pasos
hasta el final del ocaso,
donde se disipa toda bruma.
Donde gloriosamente alumbrado por la luna, sin importar los muros de la noche,
me llenas de golpe con una brisa fresca
que trae en ella enredadas tus caricias.

Te siento en el aire y abro mis brazos como un compás, apretando mis párpados simulando estar dormido.
Nublado por tu ausencia, no sé si es de día o de noche,
mas en la profundidad de mi goce,
le pido al cosmos que me golpee fuerte el pecho como el badajo golpea al idiófono de la campana, cuando abrazadas las manecillas del reloj, le recuerdan que ya se dieron las doce.

Así, suavemente me embriaga el repique de mi corazón hasta abrir los ojos y despertar con la cruel realidad; la infame distancia...

—¡Qué proximidad tiene nuestro amor!—

Sobrevive todo y aunque a veces,
noche tras noche me amordace la muerte,
el aura de este amor me revive la fe
y la esperanza cuando cada paso que doy, me acerca a tu alma.

Lucho a diario cual gladiador
usando mi pluma como espada.
¡No importa de dónde vengo ni quién soy!
Solo sé, que algún día llegaré hasta los brazos de mi amada.

Imposible es no escribirte en este día
pues desperté contigo en la mente;
al lado izquierdo, en pálpitos con el susurro de tu nombre.
A la diestra, la inseparable pluma mía a quien le he preguntado repetidamente,
¿por dónde es que este amor ha penetrado,
inspirándome con sigilo y resplandores?

Abriré mis brazos una última vez...
¡Oh diosa!
Si Dios me da licencia;
tomaré tu mano encontrando tus pasos
para continuar el camino atando tu alma a mi alma
y te extenderé las mías,
como en el desierto se extiende a la arena.

Pintaré ésta, mi sonrisa, en ti,
tal el árbol sonríe con la brisa
y el sol pinta de color miel la alborada
despidiendo a la tarde,
recibiendo a la noche con su luna amada.

Raymond Sánchez.