El Aliado

poema de pvillaru

Las manos de Borges tenían un aliado,
un testaferro de sus secretos,
eso que conocía sus pensamientos de antemano,
algo que se acercó a él con los años
brindándole el apoyo que necesitaba.
Sus manos dormían en aquella espalda cansada,
sus manos en actitud de juramento
reposaban sus memorias e ilusiones
sobre el lomo brillante y curvo del fiel aliado,
sus manos lo amaban, tanto que no se atrevieron,
no supieron como, ni hasta donde rendirle homenaje,
así que guardaron en silencio
el primer plano insípido de plasmarlo en simples letras
y lo ornamentaron con el símbolo puro y sagrado
que representa lo inseparable.