De Peluche

poema de pvillaru

Vivo, sagaz e inquieto,
me mira con los ojos muertos: el oso.
Perfumado, regalado,
con la marca del pegamento del precio,
reposa en mi escritorio, quieto: el oso.
Algo babeado por tu beso,
condenado a juntar tierra,
cuartel general de los ácaros para mi alergia;
ahí está, ahí se queda: el oso.
Mensajero de tus intenciones,
orador de tus esperanzas en marrón hígado,
marrón ternura y blanco neurona;
jugando a la expresión psicológica
de sus ojos plásticos y tristes,
fingiendo que pide de brazos abiertos
que se conmueva la pasión,
con el código de barras del lado del corazón: el oso.
¡Que no me regalen ninguno más!
Me observa deshonesto tu presente.
Abandonado, triste, olvidado,
me mira con los ojos muertos: el oso.