Rastro de sangre.

El espejo es una amenaza para mí,
Me susurra cosas al oído.
"No es suficiente"
"Todavía estás gorda"
"Nadie va a quererte así"

Eso pasa cuando miro a mi reflejo
Que por una parte, está pidiéndome ayuda
Y por otra, pidiéndome atención.
Mis dedos y mi garganta se hicieron buenos amigos.
Sólo éramos nosotros tres,
No había más testigos.
Excepto el espejo
Que siempre notaba algo nuevo para criticar
Y que me hacía pensar
La posibilidad de comer menos
Y vomitar más.

Me volví un saco de huesos
Y al espejo no le gustaba,
Decía que no era suficiente
Porque no le encantaba.
Yo pensaba que tenía razón
Y puse todo el corazón,
Para cada vez comer menos.

Así, terminé en el hospital.
Una, dos, tres veces.
¿Qué importaba?
Siempre estaba el mismo espejo
Que susurraba cosas a mi oído.

Un día me cansé del espejo y de sus críticas
Lo rompí, y tome uno de sus restos.
Para acabar con mi vida.
Y mientras desangraba,
Me dí cuenta de que no era el espejo.
De que era sólo yo.

Ahí fué cuando quize regresar hacia atrás.
Pero ya era demasiado tarde,
Porque me fuí junto a mi espejo
Dejando un rastro de sangre.