Interceptado

Llegó como una luz oblicua,
como el haz desplegado de un gran faro.
Giñó su ojo, y en forma abrupta
tomó mis letras, sin ningún descaro.

Llegó como el viento por las tardes:
áspero, rudo, valiente y cobarde.

Su influencia de gris razonamientos,
su indescifrable misterio anhelante
hizo que en mí hubiese un nacimiento
de formas literarias sin después ni antes.

Ella turbó mi ruin melancolía
y la puso en la página vacía.

No tengo defensas, no existe vacuna,
cuando llega golpea con rudeza.
Y yo para con ella soy como la luna:
brillo porque me presta la luz y su belleza.

No merezco aplausos, ni vítores lisonjeros;
¡es ella, la Poesía, la madre de mis versos!