Convergencia

No sabía de lo vació que estaba hasta que probo de su compañía,
era como si una parte de él siempre hubiera estado con ella,
era como si se sintiera a salvo alrededor de sus brazos,
no podía explicar la calma que sentía,
no quería contener más su bienestar.

Era una aurora dorada y radiante que resplandecía intensamente,
era su corazón muerto que había resucitado,
resucitado tan pronto pudo para bombear sangre a su cuerpo,
como nunca algún cocoro enamorado hubiera bombeado jamás.

Se sentía astronauta paseando por la superficie lunar,
acariciando polvo rosa y comiendo algodón de azúcar,
de ese azúcar que están hecho las nubes que cubren la atmósfera de un planeta que nunca nadie ha encontrado.

Cuanta paz sentía de tenerla en sus brazos,
volvía a tener algo que hacer,
tenía alguien que cuidar,
un dulce cristalino y tan lleno de vida.

Sentía como su cuerpo era colapsado por el suyo como si fuera gravedad,
ni en esta vida o la otra hubiera desafiado las leyes de la física,
pero ese frió cálido lo atraía y polarizaban sus más grandes deseos de vivir en uno solo en una sola dirección.

Convergente a la embriagues de tu conquista,
convergente a la raíz de una obsesión,
TU.