Conversaciones

poema de Lunática

Este poema no está apto ni para moralistas, ni para sensibles, ni para empáticos.
Aquí voy,
Este poema es un descargo, a decir verdad.
Un descargo casi con dedicatoria.
Hablaba con una amiga, una amiga ya empezamos a confiar de vuelta, Amanda?
Si una amiga, digamosle así.
Sobre como hay ciertos comportamientos, incómodos, insoportables e incomprensibles que tienen ciertos animales.
Detestables comportamientos, invasivos, demandantes, inesperados.
A mí generalmente me dan miedo estos animales. No se ha ella no le pregunté. Pero a mí me dan miedo, y por eso, odio a estos animales. Si, los odio, me gustaria que en cierta forma no excistieran. Al menos cerca mío.
Sobre todo por lo invasivo.
Sabes de qué te hablo? De dos personas.
Dos personas con ansiedad hablando de perros y su comportamiento.

Odiamos a los perros.
Tanto como la ansiedad, si no la tuviste no entenderías que porque odiamos a los perros.
Te cuento, tener ansiedad es como estar encerrado en una caja. Aislado. Preso.
Una caja que te persiona y presiona el pecho cada vez más y más fuerte..
Hay ratos que creemos estar libres de ella, pero no. Siempre vuelve, en pequeñas dosis, pero está ahí. Invendible.

El perro viene, e invade tu caja. Impredecible.
Insoportable. Invasivo.
Malditos perros que no entienden de ansiedad. Maldita ansiedad que no entiende de perros.
Malditos ladridos.
Malditas patas.
Malditos dientes.
Malditos perros invasivos.

Puedo decir que son animales falsos, y nefastos.
Por un pedazo de hueso cambian a su dueño, al que toda la vida le dio asilo.
Se creen dueños e invendibles de terrenos, malditos perros posesivos, celosos. No comprenden de libertad.
Malditos invasivos de cajas de ansiedad.
Odiamos a los perros. Tanto como odiamos a la ansiedad.
No importa si es de calle, faldero, de raza, pequeño, grande, negro o azul.
Odiamos a los perros.
Y esto no es un poema. Es un descargo.
Y casi con dedicatoria.
Con dedicatoria a Ana.