Dormida mi dignidad

Entre las nubes escuché una voz seductora,
el resplandor oscurecía mientras mi flor se marchitaba,
rescaté en el tiempo el sabor de tú terneza,
cayó ante mi el océano osado y despampanante.

Una ligera sandez penetró desgarrando mi sollozo,
colores acidulados visionaron mis fanales túrbidos,
surgió en lo alto de la montaña; allí pintaba tú cabello sombrío
y vencía el pavor ante la claridad de mi corazón.

Envolví una larga y prudente ambición de saber la certeza,
nunca retrocedió la luna que se fundó entre nuestro frenesí,
un lapsus acompañó a la furia espiritual; aquí duerme la culpa
y busqué a ciegas la fragilidad de mi dignidad.