EL ENGENDRO

EL ENGENDRO
(De “RELATOS DE UN MOCHILERO”)
Ya nos hallábamos retornando a casa después de un viaje interesante por las alturas peruanas. En esos momentos, la noche parecía más espesa y neblinosa que nunca. La entrada de Lima nos acogía mostrándose monótona y tristona, tanto que agrisó nuestro contento. De pronto, estando cerca la madrugada vimos en un paradero de solitario paraje a un viejo esperando movilidad, pero nos pasamos de largo. Sin embargo, por su edad y haberle notado muy encorvado, retrocedimos.
—Suba señor —le dijo el copiloto abriendo desde el interior su puerta posterior del coche.
El tipo ingresó y por el retrovisor pude notar que se inclinó raramente de costado en el asiento, entonces pregunté.
—¿Está usted bien, tiene algún problema? ¿Hacia dónde se dirige?
Una especie de gruñido y el ademán de su mano enguantada dieron a entender que debíamos seguir la ruta de frente. Por esos momentos el espejo no podía darnos mucha claridad sobre su aspecto poco grato que digamos, porque un grueso gorro de lana cubría totalmente su frente y casi sus ojos; sin embargo algo noté unos detalles que llamaron mi atención, sobre todo esa nariz muy pequeña junto a una protracción maxilar muy pronunciada. Debido a tener especial cuidado nocturno al manejar, desvié mi atención hacia la pista; instante que Franz el copiloto, acercándose un poco casi al oído hizo notar su desconfianza
—¿Sientes ese olor?
Un desagradable olor proveniente de atrás me trajo ciertos recuerdos de la jungla, cuando una tarde frente al peligro me vi obligado a usar el machete y de un tajo certero partí en dos un enorme reptil. Por eso, nuevamente interrogué al tipo.
—¿Todo tranquilo?
—Mmmmrrr —respondió dejando escuchar claramente su gruñido.
Después de unos instantes, cuando cruzábamos una zona tenebrosa, con calles desoladas, sentimos ruidos del viejo haciendo señas de parar, con su mano enguantada.
Franz salió para abrir la puerta y ayudar. Por unos instantes me distraje, viendo pasar en sentido contrario un carro funerario seguido por ambulancia, cuando de repente sus gritos de Franz me hicieron voltear en redondo.
—¡Mira, mira! ¡Enfoca con los faros! ¡Ese tipo!
En efecto, ya se alejaba el viejo hacia el callejón, así con pasos pesados, lentos, pero dejando notar algo muy raro que sobresalía por debajo del abrigo. —¡Santo cielo, su cola de reptil! ¡Y esos ojos que parecen de gato!
Y mientras paraba cerca un camión curioso, el engendro desapareció entre las sombras.
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04/06/2023
© Derechos Reservados de Autor.
Música de fondo: Susto nocturno.

Comentarios & Opiniones

Artífice de Sueños MARS rh

Saludos amigos poetas y visitantes a mi espacio literario. Aquí nuevamente con un pequeño relato de viajes. Espero que lo disfrutéis.
Abrazos a todos y hasta nueva obra.

Critica: 
Jesús Ángel

Interesante , saludo hasta Perú y a cuidarse por allí .

Critica: 
Artífice de Sueños MARS rh

Hola Jesús Ángel.
Muchísimas gracias por lectura de mis letras.
A vos un cordial saludo hasta España.
Y a seguir escribiendo con mucho gusto.
Hasta luego.

Critica: 
Xio

Oh Dios mio!!!qué encuentro, de verdad que las aventuras de los mochileros dan escalofrios a veces, te imaginas ese supuesto Sr,hubiese tenido hambre??? Pobre Franz que se bajó para abrir su puerta jaja, siempre encantada mi querido y admirado Miquer

Critica: 
Artífice de Sueños MARS rh

Hola estimada Xio.
Me alegro del comentario. Múchísimas gracias.
Eso me pasa por llevar de copiloto a un conocido que estudia para sacerdote en Chile. Él es un buen creyente, y reza según sus estudios. Todavía no se ha ordenado y puede que

Critica: 
Artífice de Sueños MARS rh

haya ocurrido una prueba desde el misterio. Ya he relatado ese caso del hombre lobo...donde con anticipación se muestra de qué modo lo malo transforma a su víctima, por eso insisto: desde mi punto de vista la muerte no tiene nada de natural.
Abrazo.

Critica: