Locura de amor

Quise escribirte un verso y
lanzar con él tu amor al olvido,
más como bumerán regresó
e hiriéndome en el corazón,
tu recuerdo nuevamente
se me clavó en el alma
y aunque lo intenté todo,
olvidarte no he podido.

Los años pasaron,
lenta, agonizantemente,
y ahora estoy solo,
nuevamente,
en amargura extrema,
y, yo te sueño todavía.

Cierro los ojos martirizado
esperando que vuelvas a mi
y hoy has regresado,
y entre alegres sollozos
te veo cerca, justo aquí
como en los años mozos.
Sonríes como antes
y esa risa tuya al volver,
en este anochecer
se me clavó en el alma,
desgarrando más aún mi ser.

Al escuchar tu risa,
abro los ojos porque
creo que has regresado
que volviste a mí,
que estás conmigo,
en mi lecho de moribundo.
Pero la realidad es otra,
nada es cierto,
todo es vano,
no fuiste tú la que volvió,
sino tu recuerdo.

Estando mí ser lejos de ti
te envía mi alma desde aquí
un suspiro doloroso con el viento
creyendo iluso que el viento
a tus oídos lo llevará.
Ahora, agitado violento,
te busco en la oscuridad
del cuarto y no te encuentro,
solo veo al Cristo crucificado
mi único sustento,
mi única compañía
en mis noches de agonía.

La noche ha caído ya,
no sé si estaré mañana
pero hoy te espero
en un loco desvarío
o perturbación de amor.
No sé,
lo que sé es que poco a poco,
este cariño triste y loco
lo he cultivado muchos años
esperando tu regreso
y ahora,
en un arrebato de dolor
escribo estos versos de amor
porque quiero que sepas mi suerte
y que te quise hasta la muerte,
muerte que llevaba conmigo, sí,
desde el día aquél en que te perdí.

En la penumbra de la estancia
escribo el último verso de mi vida
y seguro estoy que te llegará,
y esa será la triste despedida
que un suspiro mío te llevará.

Es este poema mi último adiós,
adiós de un moribundo de amor
Y que al decir adiós a este mundo
digo a la que fue mi canción
que con su amor me hizo hombre,
y solo me queda musitar su nombre
como postrera oración.