EN EL RÍO CON WHITMAN

EN EL RÍO CON WHITMAN

Junto al río imaginario,
sin zapatos,
acaricio la hierba,
me siento, leo a Whitman,
cantando con el , a mi cuerpo,
a su polvo, a nuestra memoria.
Los puentes del Hudson no me miran.
No hay fuego en los barriles,
de los indigentes,
esos de guantes sin dedos,
de bufandas llenas de grasa,
de abrigos largos, y sucios,
del Ejercito de Salvación.
No tengo puentes,
tengo piedrecitas blancas,
margaritas amarillas,
y una que me dice,
"Te quiere, no te quiere, te quiere
boba, te quiere".
Y Whitman se desnuda,
me muestra su cuerpo famélico de amor,
señalándome a un fornido muchacho negro,
al que no sé si quiere o emborracha con poemas.
Se sienta a mi lado y,
tomando mi margarita amarilla,
juega conmigo al "Me quiere, no me quiere,
te quiere bobo, te quiere".
El agua del río hiela mis pies,
Whitman nada,
su pelo cano y lacio levanta esquirlas,
de agua luminosa.
Brooklyn le llama y él,
se aleja recitando a gritos,
". Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también."**
Me calzo los calcetines tristes de la despedida,
y vuelvo a ver la pantalla de mi ordenador,
sin puente, sin río, sin margarita,
y sobre todo sin Whitman.

mabel escribano
d.r.
imagen: google

*** de -CANTO A MÍ MISMO- DE WHITMAN