TERCER MUNDO

Inocentes gusanos se mueven,
impotentes, sobre la acera empapada.
Paso junto a ellos apoyando
mis cómodos zapatos;
mi paraguas gotea, indiferente,
sobre el pequeño charco: los veo
agitarse, desamparados;
unos se enrollan sobre otros,
aquél con gran esfuerzo intenta
escapar, pero una gota de agua, ¡plop!,
echa abajo su intento;
otros, en silencio, culebrean
logrando alcanzar la yerba;
muchos, inmóviles, parecen
sufrir -un gusano no puede gritar-
en silencio...
Huelo, no a lluvia fresca,
sino a seres que mueren,
ahogados, estrujados,
sobre la misma acera
por la que yo, ocioso, paseo
envuelto en el tibio fragor
de mis tragicómicos sentimientos.