Residencia
La ciudad ha sido enterrada
Bajo la tierra húmeda.
El viento arrastra nuestros sueños...
Y las calles de mi alma están
Aglomeradas de equipaje.
Mis manos han permanecido
Sentadas bajo la ilusión
Y hendidas por tu débil religión.
Mis pies y los tuyos han ahondado
Esta agitada vida fantasmal.
Ningún instante fue más hermoso
Que aquella tarde moribunda
Y la noche cayendo por tu espalda,
Y ver nuestra alegría profunda.
Todo fue tan bello y tan especial.
Mis dedos pálidos tocaron
El albor divino de tu cielo estrellado,
Mis labios descendieron
Sin cansancio toda tu pendiente.
Y en la blancura de tu inocencia
Mi ser halló su residencia.
La ciudad se sumerge en mi memoria.
Y en la fragilidad de nuestra ribera,
La arena plateada y radiante
Brilla en vuestra silueta desnuda.