Impunidad

Hay un profundo silencio en esta noche de invierno,
un lamento adormecido despierta sobresaltado,
Y las fibras aún dañadas por la traición impensada
se estremecen ante el llanto del corazón emboscado.
Abrumado y cabizbajo se deshace en los latidos,
presiente que lo dio todo sin mentiras ni abstinencias;
se pregunta y replantea de qué sirvió tanta entrega
tanto cariño fortuito, renuncias y obsecuencias.
Se siente tan humillado que ya no le afecta el frío,
ni el abrigo complaciente de la sangre y su tibieza,
se halla solo y de rodillas balbuceando torpemente,
el nombre de aquel ingrato que no apreció su nobleza.
Trata de consolarse buscando muchas excusas,
y poder calmar las ansias del dolor inmerecido,
esboza una sonrisa entre cascadas de lágrimas
sabiendo que ese sosiego es puramente fingido.
¡Desdichado corazón que creyó tantas falacias!
y cayó bajo el hechizo de alguien que no existía,
tras la máscara vivía un mitómano enfermizo
que impunemente embaucaba sin saber a quién hería.
Las luces de la alborada se distinguen en el cielo,
el alma también yace totalmente enajenada,
y entre lamentos y lágrimas, suspiros y mil preguntas
ha transcurrido la noche abrazando a una almohada.