Todos, tu y yo.

Durante aquella tarde preciosa de nubes canela y aroma
a tabaco, decidí callar mis sentimientos hacia ti, hacia
ella y hacia todos.

Aun de pie y consciente de que me alejaría de ti, de
todos y de mí, persistí hacia aquel deseo egoísta que
permitiría en mi joven lógica, ser alguien mejor para ti,
para todos y para mí.

Aun durante aquella noche cuando unimos nuestros
fríos labios sin juramento alguno como solían hacerlo los
románticos, persistía en mi cabeza la loca idea de
grandeza, el desenfreno de ser permanente, la
impaciencia por la inmortalidad, la intención de dejar
una huella para ti, para todos y para mí.

Al final de aquella noche decidí partir y verte partir, me
detuve por un momento con vagos recuerdos de
remordimiento, recordando aquella preciosa tarde con
aroma a tabaco y el frio de tus labios, pero al final decidí
partir y verte partir.