Ocaso Melancólico

I.

¡Qué indócil!
Y me dejaría enloquecer para derribarme a
un augurio de soledades y disfrutar del
porvenir que me he creado.
Soy un simplón pero con dificultad de
entender mi anatomía sentimental.

Las verdades que salen de mí son un
cuento estrictamente estructurado;
aborrezco que existan más sueños
inalcanzables pero con más realidades
que nunca esperé y que finalmente pude lograr.

II.

Seguro estoy más lejos de donde me
conociste; nena, déjame oler la lluvia que sale
de tus ojos cuando me hablas y me dices
que me quieres.

¡Oh, mi amor!
Siente mi pecho, está latiendo
cual ráfaga de espinas envueltas en pétalos,
con un dolor interno que no se recuerda por sus
causas sino por sus consecuencias;
que se recuerda por todo lo que amamos.