Mirarte tanto

Cómo podría negarme admirar
Esa orejita pequeña y su flor,
Los mechones de cabello en tu cuello,
Tu perfil, tu sonrisa breve, tu voz.
El humo de un cigarro compartido,
El dolor suicida de la ilusión,
¿Por qué me miras tanto?, preguntas,
¡Si la culpa de todo es de Dios!
Quizá el día que abriste los ojos,
Las llagas de sus manos no sentian dolor,
Talló con alegría un angelito divino,
Y luego inexplicablemente sus alas cortó.

No vale la pena tratar de entenderlo,
No puedo exigirle confesar su razón,
Prefiero rezarle en silencio tu nombre,
Pedirle que guíe tus pasos pequeños,
Rogarle devuelva tus alas de ángel,
Prometerle escribir más letales poemas
Para vencer tu corazón amurallado,
Aunque te suenen a palabras vacías,
Aunque terminen mudas de pena,
Aunque desaparezcan al tocar un botón.