¿Recuerdas?

¿Recuerdas el día que por primera vez te canté?
Te veías preciosa, enamorada, sorprendida y totalmente mía; mi voz fue un verdadero desastre, pero valió la pena ver como se te escapaba el corazón del pecho de la puritita emoción. ¿Recuerdas aquella fiesta sorpresa que preparé para ti?, reuní a tus amigos, a los míos, los de ambos, un mariachi, dos perros y hasta a uno que otro colado; pero, no te apures, tal vez nada de eso quizás tú recuerdas.

Que tal los viernes de tertulia al salir de la prepa. ¿Los recuerdas?. ¿Recuerdas nuestras tardes de cine?, ¿nuestra adicción al café, a los tacos, los viajes, las botellas de vino y recuerdas también cuando fiel a tu estilo, me hiciste aquel drama después de observarme abrazar a mi nueva vecina?, creo que nunca creíste que ese día festejaba su cumpleaños cuarenta, y yo, yo solo quería que en ése momento me tragara la tierra; pero no te preocupes, quizás nada de éso tampoco recuerdas.

Que me dices de aquella noche en la playa, ¿la recuerdas?, por primera vez me comprometí a decirte que quería envejecer y pasar el resto de mi vida a tu lado; se me cortaba la voz de la puritita emoción, y tú, tú me llenaste de besos y melosos abrazos que nos llevaron sin duda de la arena a la cama. Aquél anillo en tu dedo te sentaba muy bien al igual que el encaje rosado pegado a tu piel. ¿Recuerdas nuestro primer aniversario?, una cena fantástica, música, velas, docenas de flores y al final la sorpresa que tú me escondías: ¡no seríamos más en la vida solamente tú y yo!. ¿Recuerdas los nervios?, ¿lo emocionados que estábamos?, ¿los nombres que buscamos y la cara de felicidad de los nuevos y futuros abuelos?.

No pasa nada. Tranquila. Seguramente son cosas que tal vez no recuerdas.

En fin. Personalmente, acordarme de cada cosa que te he platicado, hace que el pecho me estalle nada más de la puritita emoción; no te imaginas cuantas veces mi mente las ha repasado. Quizás tú no lo recuerdes; irónicamente, quizás solo sea porque nunca estuviste ni tantito presente. Pero no te preocupes, no te culpo. No culpo ni siquiera a mi tonto destino o al tuyo que no supo encontrarnos un tiempo después, pero debo decirte que se me llena de nostalgia este iluso y maltrecho corazón. Te extraño, y lo hago también aunque sé que ni en sueños nada de esto ha pasado. Te extraño precisamente ahí, justo ahí; en cada pregunta, lugar y momento donde tú no has estado.