Blanco y Negro
poema de Julio
La astilla se encaja a mi costado,
perforando mis ideas.
Sangro, cruel y frío,
desesperado, busco la venda.
Pero la tengo cegándome.
Y pienso:
¿Fue real?
¡No lo sé!
Me entregué voluntariamente,
conspiré y participé en mi derrocamiento.
Volví a la nada,
convirtiéndome en cenizas del ayer.
Hoy no soy yo.
No por siempre.
Llegará mi momento,
mientras lamo mis heridas.
Cuando cicatricen, renaceré:
limpio,
impune,
imperfecto.
Y con hambre insaciable,
devoraré este mundo,
haciéndome eterno.
Comenta & Vota