¿EXISTE EL CIELO?

Como azucena florida,
perfumando su maceta,
así floreciste tú,
en el jardín de mi hacienda:
suave, dulce y coqueta.

Como la gota de lluvia
que moja la tierra seca,
fuiste regando mi campo,
de vida seca y desierta.

Mi desierto está sin vida,
su vida es pura niebla,
cuando sabe de la huída
de la gacela que tiembla
bajo la mano opresora,
que aquí la retiene herida,
y allí la mantiene presa.

Yo no quiero que me digas
dónde se encuentra el cielo,
ni si en él habitan santos,
ni si encontraste consuelo.

Todos me hablan y dicen,
que tiene valor supremo,
yo incrédulo te pregunto:
-¿Es cierto?-

Mis grandes dudas sostengo,
por saber si existe el cielo,
a no ser que se asemeje:
a la dulzura de un beso,
un abrazo y un te quiero.