Valores patrios

Eximios poetas glosaron
las glorias excelsas de la patria,
excelsos tenores cantaron valores
ancestrales, en ruinas barrocas,
con cacofónicos temblores.
En ruinas surrealistas de mala resonancia
sonaron clarinetes vanguardistas,
gorgoritos modernistas
para ensalzar las victorias;
la codicia y la soberbia nos pudieron.
Fue delirio místico, Savonarola,
el deseo de despojarse de lo inútil
y construir Jerusalén en tierras de rapiña.
Fue falta de dignidad la adulación
de Horacio y la de Goethe,
pero había que comer
y amasar el pan que se comió Quevedo
y sembrar el olivo bajo el que
reposan los huesos de Lorca
y dónde buscar si no en sus versos.

¡Qué gasto de talento y de siglos!
¡Qué de valores tercamente desdeñados!
La heterodoxa constitución del microlito,
el galo que reniega de su sippe,
el Cristo sin iglesia, el anarquista,
el apátrida, el jinete de lamentable rucio
que quiso enderezar todos los entuertos
y perdió todas las peleas.
Y seguro que en el año 2001 o 2021
habrá un general que mande disparar
y rememore los valores patrios:
propiedad, moral, bandera y disciplina.
Nada parece haber cambiado, todo está atado
y bien atado; se nace y se muere,
hay ricos y pobres, como siempre.
Del campanario salta el vencejo veloz
que su sombra precede.
Al indiferente vuelo del insecto
el pétalo cae y se marchita lentamente la flor.

("Ordalías del nuevo ciudadano"