Miedo a la muerte

poema de "Joreman"

Miedo a la muerte

Anoche me desperté sudoroso y tembloroso, había soñado con la muerte
Y pensé que maldita es mi extenuante y riesgosa suerte
Ella se ríe a carcajadas y con mi esqueleto juega y se divierte
En un pasillo de urgencias, estoy moribundo, frío e inerte

En ese sueño profundo, vi que se me acercaba la garabatúa
La vi manejando un enorme camión, como si fuera una grúa
En el copete llevaba pájaros, murciélagos y una cacatúa
Enarbola en lo alto su trinche y la bandera de la sepultura

El calor era infernal y se reía de la locura de su aventura
Se fue quitando su capa negra, dejando al descubierto su fantasmal armadura
Y mudo veía por la rendija, que diablura de esquelética criatura
Se carcajeaba y se le notaban que le faltaban muelas a su dentadura
Se movía presurosa y con rabia, se rasgaba su enorme vestidura

Me fue acorralando hasta el filo del enorme precipicio
Con su trinche hirviente, me empujaba hacía el sacrificio
Una ráfaga de aire caliente, levantaba su capa negra de mi suplicio
Revoleteaba volando en círculos, azotando con un látigo su maleficio

Para mis adentros, pedía al Creador, perdón por mis pecados
No había tiempo, ni espacio, para los arrepentimientos de algunos recordados
Lo de ayer hizo historia, de súplicas y ruegos escuchados
Sin lágrimas que resbalen, ni ecos de gritos, del horizonte silenciados

La muerte me observaba, de mis espantos y miedos llorados
De venidas sin explicaciones, de mis caminos polvorientos causados
No hubo tiempo de despedidas, ni de abrazos, ni de besos robados
Mis pecados capitales y veniales, por la muerte fueron limpiados

Así como se vive alegre, trabajando, disfrutando, riéndose y gozando
Como el jardín florecido que algún día, sus pétalos se caen y se terminan muriendo
Se llega la hora de partir y de este mundo, nos estamos largando
Nos arropa un sonido estridente y de sus clarines, a lo lejos los estamos evadiendo

Se acabaron los miedos y con la muerte, las cenizas terminaron con los padecimientos
Se abalanzó y se posó sobre mi cuerpo, untándome sus pócimas funerarias y sus ungüentos
La tierra se abrió y por un precipicio, la muerte con su trinche gritaba mi fallecimiento
Mi alma voló por los vericuetos del infinito, acariciando mi arrepentimiento

“Joeman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga enero 21-2020