El árbol del ahorcado

poema de "Joreman"

El árbol del ahorcado
“alma negra”

Una noche de luna llena, esplendorosa del firmamento y del cielo, despejada
Marchaba raudo “malacara”, pensando en su recordada amada
Surcando aquellos caminos solitarios de alaridos y miradas escuchadas
A la choza humectante, donde lo esperaba su querida de amores deseada

Bajaba entre piedras, por el desfiladero hacia la quebrada de los espantos
Cansado y sudoroso, pasó el puente colgante de alaridos, miedos y llantos
Se acordó de aquellas noches de borrachera cuando atravesaba los camposantos
Subió presuroso hacia la llanura, donde lo esperaba el arrabal de sus quebrantos

Los rayos de la luna iluminaban a lo lejos, la majestuosidad del árbol y su negrura
Con su sombra magnolia de monte, de cuentos escabrosos de aventura
Se tejían leyendas de sus manchas oscuras, de duendes que azotaban su armadura
Sus flores blancas expedían aromas de frutos rojos, monumentales de su hermosura

“malacara” caminaba en la noche, por el camino que lo llevaba al árbol del ahorcado
Recordaba cómo se enamoró de su guaricha, en la cantina de pasiones deseado
Se prometieron amores y juiciosa por aquellos raudales, su nido de sueños esperados
Eran felices corriendo por aquellas planicies y llanuras, de gritos de alegría escuchados

Una brisa fría empezó a soplar y “alma negra” se estremecía bruscamente
Un halo de misterio rodeaba la estancia de un silencio claro y evidente
Una nube oscura se posó sobre la magnolia de monte, fugaz y ligeramente
Acechaba la muerte, arrastrando escalofríos de estruendos de los inocentes

“malacara” empezó a escuchar quejidos y gritos de personas agonizantes
Se acercó bajo la sombra y vio el espanto de la “viuda negra” de alaridos inquietantes
Una carcajada de ultratumba le crispó los pelos de olores irritantes y repugnantes
Y allí colgada con su vestido de novia estaba su querida novia y amante

Se arrodilló frente a su querida, pidiendo perdón por la tardanza de caminante
La “viuda negra” se le abalanzó y con lazo al cuello, lo torturaba con gritos amenazantes
Lo ahorcó y allí “malacara” y su amante, colgados se abrazaron con gemidos desesperantes
En el árbol del ahorcado terminaron para siempre los amores furtivos y agonizantes
La venganza de la “viuda negra” por haber sacado de la cantina y bohemia a los amantes
El amor y los tizones humectantes, en la choza quedaron esperando los idilios apasionantes

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga marzo 10-2020